miércoles, 2 de septiembre de 2009

Introduccion

Comencemos, afirmando que el hombre es un ser pluridimensional. Esto significa que el concepto aristotélico del hombre como un compuesto de alma y cuerpo, ha sido superado por una reflexión mucho más holística. Es un ser que está ahí,El ahí del hombre es el Universo, todo lo que es posible que llegue a ser. Se concibe como el único capaz de trascender la realidad, en un proceso inteligente de apropiación por el conocimiento.


El único capaz de conocer, en el sentido que estamos dando al término, es el hombre. Por eso, es el sujeto capaz de nacer con el objeto; como un sujeto cognoscente; el que ejecuta la acción de conocer. El que tiene la posibilidad de nacer con la realidad, consigo mismo. El cognoscente se apropia del cognoscible para transformarse y transformarlo. Por lo tanto, el conocer conlleva en sí mismo al cambio. No es posible permanecer en reposo, en quietud cuando se conoce.Se vislumbra una profunda diferencia entre el sentido dado a conocer y el sentido dado a poseer una información. Para conocer y transformar el mundo interior y exterior, el hombre posee una herramienta *denominada inteligencia.

El hombre como ser pluridimensional

el hombre es un ser pluridimensional constituido por siete cuerpos sutiles que corresponden a siete planos de existencia: físico (mineral), etérico (vegetal), astral (animal), mental (hombre), causal (sabio), búdico (iniciado) y átmico (dios). El cuerpo físico es materia; el etérico, vida; el astral, conciencia; el mental, memoria; el causal, pensamiento; el búdico, contemplación; y el átmico, identificación con la Divinidad. El alma animal se asienta en el cuerpo mental, la humana en el causal y la espiritual en el búdico.


El modelo es coherente con los conceptos que manejan tanto el doctor González de Rivera como otros científicos e investigadores. Todo ser humano estaría dotado siempre de un alma animal, que sería su herencia biológica y se expresaría en su patrimonio genético. En el curso de su existencia, desarrollaría inevitablemente un alma causal específica, que la Teosofía, en el ámbito de las funciones psíquicas, vincula a la memoria.


Sin embargo, el alma espiritual no sería el resultado de una determinación implícita en el cuerpo físico (materia básica o mineral) y en el biológico (el organismo capaz de nutrirse y reproducirse), corno ocurre con las dos primeras, sino una opción que todos podemos realizar o no: una posibilidad de evolución cósmica que se le brinda para superar su condición y transformarse en un ser «sobrehumano» o divino.


el ser humano es en esencia el espíritu, que se refleja a través del alma (causal) en el cuerpo físico y cuyo objetivo es la evolución de la autoconciencia, que le permite construir o desarrollar un tipo de vehículo sutil superior, como paso previo al logro de su meta evolutiva. Pero el alma, pese a ser en sí misma energía, no está físicamente en un lugar diferente al del cuerpo carnal ni en una porción de éste, sino que lo interpenetra en su totalidad.